Comer mal y sano ha dejado de ser una paradoja. Imagine ante su mesa el siguiente menú: un bol de patatas fritas con su correspondiente refresco, una fabada de lata, pan de molde para mojar la salsa y de postre, galletas y unas oncitas de chocolate.
Este festival procesado de azúcares, sales y grasas saturadas será menos nocivo gracias al plan de reformulación de alimentos pactado hace unos meses por la industria alimentaria. El objetivo de los fabricantes y las marcas es reducir un 30% los ingredientes prohibidos (azúcar, sal y grasas) en miles de alimentos procesados de aquí a 2020. Sacarle al fast food el diablo que lleva dentro. Aquí entran productos tan apetitosos (y adictivos) como los citados: snacks, dulces, refrescos, lácteos, pan de molde o derivados cárnicos como el pavo o el jamón de york.
El reto, desde el punto de vista de la innovación, es mayúsculo: quitarle un tercio del azúcar a un donut y que no esté soso o eliminarle la sal y las grasas a las patatas y que sigan estando igual de sabrosas. Según explica Ana Barrio, experta en innovación de la consultora Nielsen, «cada marca entiende el concepto de salud desde su prisma: el punto de partida suele ser reducir algunos ingredientes y añadir otros que son más saludables». Por ejemplo, más frutas en las galletas y más almendras y menos azúcar en el chocolate.
La preocupación por la salud influye cada vez más al consumidor a la hora de comprar. Este es el factor que más está tirando de las innovaciones en el sector del consumo. La salud está detrás del 40% de los nuevos productos que se lanzan al mercado, según datos de un estudio de la consultora Kantar Worldpanel y Promarca, la asociación que engloba a los principales fabricantes de marcas líderes. Superalimentos, toda la gama de productos sines (sin lactosa, sin gluten, sin azúcar, sin grasas…) y los ecológicos «están creciendo más que nunca», explica Barrio.
Para comprobarlo, Papel ha diseñado un menú no precisamente saludable a priori. Así veremos qué innovación hay detrás de cada uno de los productos en este proceso de reformulación alimentaria. En algunos casos son años de trabajo y millones de euros de inversión