A raíz de la decisión de la Comisión Europea por la que se aprueba el gusano de la harina como primer insecto utilizado como alimento en la Unión Europea, Rafael Pérez, jefe de equipo de nuevos alimentos en la DG SANTE, examina la tendencia a ampliar las opciones dietéticas de los consumidores de la UE, el papel cada vez más importante que desempeñarán los insectos como parte de una dieta más saludable y más sostenible, así como los beneficios para el medio ambiente en los próximos años.
¿Por qué se autorizan los insectos como alimento?
Tras su reciente autorización, el gusano de la harina se considera ahora un «nuevo alimento», es decir, cualquier alimento que no haya sido ampliamente consumido por las personas en la UE antes del 15 de mayo de 1997, fecha de entrada en vigor del primer Reglamento sobre nuevos alimentos.
Después de una rigurosa evaluación científica realizada por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), los Estados miembros dieron luz verde a la Comisión para que autorizara a un explotador de empresa alimentaria que lo había solicitado a introducir el producto en el mercado de la UE.
La Comisión adoptó el acto jurídico el 1 de junio de 2021.
Evidentemente, corresponde a los consumidores decidir si quieren comer insectos o no, pero su consumo no es nuevo porque ya forman parte de las dietas en muchas partes del mundo.
¿Son seguros los insectos como alimentos?
Sí. Los nuevos alimentos solo pueden autorizarse si no suponen ningún riesgo para la salud humana. A raíz de una solicitud presentada por la empresa SAS EAP Group, el producto fue sometido a una rigurosa evaluación científica por parte de la EFSA, en la que se llegó a la conclusión de que el gusano de la harina era seguro.
Cabe destacar que estos alimentos recientemente autorizados están sujetos a las normas de la UE que rigen el etiquetado de alérgenos; estas identifican una lista de catorce alérgenos que han de etiquetarse, como los huevos, la leche, el pescado, los crustáceos, y ahora los insectos. Dichas normas hacen posible que las personas que padecen alergias alimentarias puedan tomar decisiones con conocimiento de causa y evitar los productos que contienen ingredientes a los que son sensibles.
Por lo que respecta a las cuestiones de salud general, como las alergias alimentarias, la EFSA llegó a la conclusión de que el consumo del gusano de la harina podría provocar reacciones alérgicas, especialmente en el caso de personas con alergias preexistentes a los crustáceos y a los ácaros del polvo. Sin embargo, estas incidencias siguen siendo muy bajas.
¿Cómo sabrán los consumidores si sus alimentos contienen insectos?
El proyecto de acto jurídico establece los requisitos de etiquetado de los productos alimenticios que contengan nuevos alimentos. Este requisito se añade a los requisitos del Reglamento sobre etiquetado.
En definitiva, los consumidores pueden confiar en que, cuando estos productos aparezcan en nuestras estanterías de supermercados, estarán claramente etiquetados, de modo que el consumidor estará informado del contenido exacto de lo que compran. La UE mantiene su firme compromiso con la transparencia.
¿De qué forma la utilización de insectos en alimentos y piensos contribuye a la sostenibilidad del sistema alimentario?
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), los insectos como alimento desempeñarán un papel de primer orden frente a los numerosos problemas que afrontamos y que seguiremos afrontando en el siglo XXI, en particular el aumento del coste de las proteínas animales, la inseguridad alimentaria, las presiones medioambientales, el crecimiento de la población y el aumento de la demanda de proteínas entre las clases medias.
Los insectos son muy abundantes en nuestro mundo; son muy ricos en proteínas y en nutrientes, y representan menos del 1 % de la huella de carbono del ganado. Por consiguiente, representan la alternativa alimentaria ideal para facilitar el cambio hacia dietas saludables y sostenibles, y contribuyen positivamente no solo a nuestra salud, sino también a la de nuestro medio ambiente y, por tanto, de nuestro futuro.
¿Cuáles son los próximos pasos en este ámbito?
Según la FAO, se ha informado de que más de 1900 especies de insectos se han utilizado como alimento en el mundo. Al igual que para el gusano de la harina, la Comisión ha recibido varias solicitudes de autorización, con arreglo al Reglamento sobre nuevos alimentos, de otras especies de insectos, como Alphitobius diaperinus larvae (escarabajo del estiércol), Gryllodes sigillatus (grillo rayado), Acheta domesticus (grillo doméstico), Locusta migratoria (langosta migratoria) y Hermetia illucens larvae (mosca soldado negra).
Hasta la fecha, la Comisión ha considerado válidas once solicitudes y la EFSA está llevando a cabo una evaluación de seguridad para cada una de ellas. Tan pronto como la EFSA emita un dictamen positivo, la Comisión procederá al proceso de autorización.
En los próximos años, las especies de insectos autorizadas en virtud del Reglamento sobre nuevos alimentos se convertirán en una fuente cada vez más importante de proteína alternativa, lo que contribuirá a los objetivos de la Estrategia «De la granja a la mesa» para un sistema alimentario sostenible en la UE y en el mundo.
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