José García Gómez: «Parece que la industria alimentaria fuera un enemigo a batir»

Entrevista a José García Gómez, presidente del CTNC y de Agrupal, en el  Diario La Verdad de Murcia

 

José García Gómez (Archena, 1954) lleva al frente de la industria conservera desde el año 1996 y acaba de ser reelegido para seguir liderando la Agrupación de Empresas de Alimentación de Murcia, Alicante y Albacete (Agrupal). Lo hace con una «ilusión renovada» para afrontar desafíos que no paran de aflorar. El último: la regulación de la publicidad de los alimentos infantiles, con el azúcar como telón de fondo. Agrupal aspira a representar toda la industria alimentaria y aglutina 80 empresas punteras del sector. Abarca casi todo el catálogo de alimentos y va de la mano del Centro Tecnológico de la Conserva, que también preside García Gómez, quien está asimismo al frente de la Mesa del Agua de la Región. No se anda por las ramas: «El agua desalada para riego, como sustitución del Trasvase, es un timo».

–Al sector alimentario, como a otros, le crecen los problemas. ¿Por cuál empezar?

–¿Problemas? Todos. Diría que en los dos últimos años cada día aparece una cosa nueva. A veces pienso que estamos gobernados por impulsos, no por razonamientos previos, negociación o diálogo abierto. Una prueba de ello es que en el último año hemos tenido que afrontar un intento de cambiar el etiquetado de los productos, con un sistema frontal de colores y letras. Parecía que tenía que hacerse ya, porque estaba en Francia, pero al final se encuentra en ‘standby’.

DIETA
«Que digan que el jamón y el aceite puro de oliva no son saludables no hay por dónde cogerlo»
–Algunas empresas lo están aplicando voluntariamente.

–Ese es quizás uno de los mayores problemas de esta indefinición, que lo único que hace es confundir, porque está en unos sitios y en otros no. Al final, la no regulación es peor. Para los que somos enamorados de nuestra dieta mediterránea, choca sobremanera que digan que el jamón o el aceite puro de oliva virgen no están dentro de los alimentos saludables. Eso no hay por dónde cogerlo. Y luego tenemos el tema del azúcar…

«El azúcar no mata»
–¿Qué hay ahora con el azúcar?

–A la Agencia Nacional de Seguridad Alimentaria no se le ocurre otra cosa que decir que el azúcar mata. Eso está en su página oficial, no me lo invento. ¿Cómo qué el azúcar mata? Estaríamos todos muertos. El azúcar no mata; lo que mata es no llevar un estilo de vida saludable y tomar cantidades inadecuadas. ¿Que en los últimos años ha aumentado la obesidad, no solo la infantil? Pues habrá que educar y tomar otras medidas. La industria alimentaria mantiene permanentemente un diálogo con los ministerios que tienen competencias para mejorar de manera voluntaria la reformulación de productos saludables.

–Ustedes reformulan productos continuamente con dicha agencia, aunque algunos alimentos están en la diana porque se considera que contribuyen a la obesidad de la población.

–Si este sector es viable y sostenible se debe a su tremendo esfuerzo en adaptación, y prueba de ello es la cantidad de proyectos en economía circular y en reformulación de alimentos para hacerlos más saludables. Para el binomio salud y alimentación tenemos más de 50 proyectos anuales en los que participan muchísimas empresas, junto a otras que no pasan por el Centro Tecnológico de la Conserva. En los zumos, por ejemplo, existe un esfuerzo constante.

ALIMENTACIÓN
«Nos preocupa la obesidad y la salud, pero no somos los causantes únicos ni los principales»
–¿Qué productos son los que más demandan los consumidores?

–Hay empresas líderes en la Región, de las que nos sentimos muy orgullosos, que tienen sus propios mecanismos de detección e investigación, con algoritmos para conocer el comportamiento del consumidor y hacia dónde vamos. Naturalmente, estamos ante un público mucho más exigente y formado. Al final, hay determinados productos a los que les falta espacio en las etiquetas para poder trasladar toda la información que contienen.

–Ciertas propuestas del ministro de Consumo, Alberto Garzón, tensionan la industria agroalimentaria. ¿Qué peculiaridad tiene Garzón en comparación con sus antecesores?

–Quizás el ministro de Consumo puede ser el referente de lo que yo llamo gobernar por impulsos. Sufrimos la indefinición y la incertidumbre de que hoy es una cosa, y mañana la otra, lo cual no ayuda a nuestra actividad. Con los temas que estamos comentando parece que la industria alimentaria fuera un enemigo a batir, en lugar de una actividad básica y fundamental en la sociedad, con o sin pandemia.

–¿Le da la sensación de que son un enemigo a batir por este Gobierno, por este Ministerio?

–Da la sensación de que somos un enemigo a batir, lo cual es algo que no podemos entender.

–¿Lo que más les preocupa ahora es la regulación de la publicidad en relación al azúcar de algunos alimentos infantiles, donde se han incluido los zumos? La Región es una potencia en este segmento.

–En estos momentos está en información pública el decreto para la limitación de la publicidad infantil para todos los alimentos. Cuando se comprobó que los zumos aparecían en la lista, saltaron todas las alarmas. Entiendo que se puedan marcar directrices, pero cuando figuran los zumos, entonces hay algo que falla. Son productos 100% naturales, sin ningún añadido y sin azúcar, que son aconsejables para la nutrición de una persona. En mi opinión, esto ocurre porque se ha parado el diálogo franco de colaboración.

FUTURO DEL TRASVASE
«Veo cierta indolencia en la sociedad y en los sectores afectados; nos hemos mirado mucho al ombligo»
–Al final queda el mensaje de que hay que llevar cuidado con ciertos alimentos. ¿Cómo impacta eso en el sector?

–No cabe duda de que cuando hay un mensaje de cualquier ministerio acerca del peligro que puede venir… pues parece que te convierte en enemigo. Que te convierte en causante único de una cuestión que nos preocupa a todos, como es la obesidad y la salud. Pero ni somos los únicos, ni somos los principales. Hay que transmitir información de una manera conjunta, razonada, con soporte científico y valorando el esfuerzo que realizan las empresas.

«Más papistas que el Papa»
–Si esto sigue adelante, ¿qué consecuencias puede tener para las empresas de la Región?

–No veo un impacto de manera inmediata. En estos momentos no faltan pedidos. Las relaciones comerciales, las salidas de producciones y la demanda están bien. No podemos decir que hayamos notado una merma, un ataque o reclamaciones. El mercado es fluido. Por lo tanto, la respuesta de los clientes y consumidores no es acorde con la posición oficial de decir que el azúcar mata o que la alimentación es la causante de la obesidad. Los hechos demuestran que estamos en la línea correcta. Por nuestra parte, diálogo y predisposición todo lo que haga falta.

–Se pone el foco sobre el regadío, la ganadería, el consumo de carne, los zumos… ¿Cómo interpreta esta tendencia?

–Hay una corriente que viene de Europa. Las cosas cambian y pertenecemos a un club que decide por dónde hay que ir, y esas directrices se trasponen a la legislación de cada país. Lo que llama la atención es que, en algunos casos, en España hagamos un desarrollo de esa normativa europea y queramos ser más papistas que el Papa. Vamos más allá que otros países con los que tenemos que competir, con lo cual se está atentando a nuestra competitividad. Por ejemplo, el pago de las frutas y verduras para su posterior transformación se realiza en el resto de Europa entre 60 y 90 días, pero en España hay que hacerlo en 30. No tiene ningún sentido.

ESCALADA DE PRECIOS
«Estamos en manos de las multinacionales y de una espiral diabólica; hay subidas desmesuradas»
–¿De qué manera le afecta al sector conservero la carestía de los suministros y el colapso del transporte mundial? Ustedes envían mucho contenedor por Valencia.

–En general hay dilaciones en las fechas de los buques, pero van saliendo. Creo que hay casos en los que se intenta aprovechar la oportunidad para incrementar los precios de manera desmesurada. Esperamos que pueda recuperarse el equilibrio en unos meses, ya que estamos en la tormenta perfecta. Este año se han pagado en origen las frutas y hortalizas más caras del último decenio, con subidas de hasta el 50%. A esto se suman los envases, cartonajes y, por supuesto, el transporte. El campo también lo sufre con los fertilizantes y plásticos. Estamos en manos de multinacionales. Existe una espiral diabólica que incrementa los costes y el precio final del producto. Ya se está trasladando al mercado, con una subida media del 10%, lo cual es inevitable por la propia supervivencia de las empresas.

«La potencia de las golosinas»
–Estados Unidos es un mercado importante para las conservas murcianas. ¿Qué ha cambiado con la llegada de Joe Biden?

–La situación ha mejorado. El proteccionismo que impuso Donald Trump fue muy negativo, ya que teníamos esperanzas con el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos. Han puesto el foco en el Pacífico, y han llegado a acuerdos muy importantes con otros países productores. Seguimos sufriendo un agravio comparativo en relación a Perú y Suramérica, en general, que tienen acceso libre a EE UU. Soportamos aranceles que superan el 17% en algunas frutas. Con el melocotón, que es un producto muy nuestro, las posibilidades están reducidas. El principal producto que tenemos en EE UU sigue siendo la alcachofa, aunque vamos perdiendo terreno lentamente frente a Perú.

–¿El contrapunto está en las golosinas?

–Las golosinas van muy bien en Estados Unidos, donde tienen una posición muy potente. El sector ha crecido mucho en los últimos años y ha sabido hacerse un hueco muy sólido. Auguro un aumento mayor aún en los próximos años.

«Recuperar el trasvase del Ebro»
–Usted preside la Mesa del Agua de la Región. ¿Ve suficiente tensión y pulso social ante los cambios que habrá en el Trasvase?

–Es un tema en el que nos jugamos muchísimo y veo cierta indolencia, no ya en la sociedad en general, sino incluso en los propios sectores más directamente afectados. Lamentablemente, en el tema del Trasvase creo que quizás no se han hecho los deberes como se debiera. Nos hemos mirado mucho al ombligo y nos ha faltado perspectiva, la luz larga. Nos encontramos ahora ante un timo, el cual estamos contemplando, no diré que con los brazos cruzados, pero quizá sin una respuesta enérgica. El agua desalada para riego, como sustitución de la trasvasada, es un timo que hipotecará el futuro. No seremos competitivos. El agua desalada contamina, es cara y nos echa del mercado. Y cuando nos vengamos a dar cuenta, no tendremos solución. No es posible que estemos tirando el agua dulce al mar y que la saquemos unos kilómetros más abajo para contaminar y para arruinar la agricultura.

–También se puede argumentar que cada vez habrá menos agua para trasvasar y que se necesitarán otros recursos.

–Podemos asumir que puede haber recortes en el Trasvase, que ya los hay cuando los niveles están bajos. Pero lo que no puede ser es que, ‘a priori’ y habiendo agua en la cabecera del Tajo, se quiera cercenar el Trasvase. No hay razones técnicas ni objetivas que soporten una decisión de este tamaño. Y si ha de ser así, que se busquen alternativas acordes con lo que están limitando o quitando. Es más barato hacer un trasvase del Ebro que condenar de por vida a la Región a la ruina de la agricultura con desalación.

–¿Usted recuperaría el trasvase del Ebro?

–Sin duda. Del Ebro o de donde haya posibilidad, porque España tiene agua para todos y para siempre. Falta voluntad política de querer hacer bien las cosas. De cara al futuro, para mí era y es lo más viable y sostenible, medioambiental y económicamente.

–Israel y otras zonas utilizan agua desalada hace muchos años.

–¿Y a qué coste? Si hay que reducir las emisiones de CO2 y cumplir objetivos medioambientales, pero luego pones una planta desaladora que gasta no sé cuántos megavatios de energía, pues estás contaminando. Aunque hablen de energías alternativas, es que no es posible. Además, está el mantenimiento. Si plantean la desalación como un complemento, debe ser al mismo precio del agua no desalada. Si pagamos el combustible más o menos al mismo precio en toda España, ¿por qué no se hace igual con el agua? Está fallando la perspectiva de nación, de país. Estamos atentando contra la línea de flotación de una economía que podría ser mucho más próspera. Creo, además, que es susceptible de mejora la gobernanza del agua en la Región de Murcia. Debería mejorar. Y ahí lo dejo.

–Pasan los años y el AVE, el Corredor y la modernización del ferrocarril siguen pendientes.

–No podemos aceptar que estemos históricamente relegados con las comunicaciones. Nos está perjudicando muchísimo no tener AVE. Llegar a la Región es un problema. El Corredor Mediterráneo tenía que estar ya funcionando, pero vamos con retraso. El agua y el AVE son dos asuntos de primer orden para la Región. Todos debemos ir de la mano.

¿Qué fue de los gigantes de la conserva?
–La Región fue la cuna española de la conserva vegetal. ¿Qué queda de esa época? ¿La añora?

–Creo que la Región está en deuda de agradecimiento con lo que ha sido históricamente la conserva tradicional de frutas y hortalizas. Con todos sus defectos, la conserva jugó un papel vertebrador y puso freno a la emigración, dando oportunidades a miles de familias. Asumimos también nuestros errores; se cometieron algunos de alcance.

–¿Se refiere al relevo generacional en algunos gigantes del sector, a la atomización..?

–Efectivamente, usted lo ha dicho y lo puede poner en mi boca. Se desaprovechó el momento dulce de la industria conservera, que alcanzó las 170 empresas en los años 70. Hoy quedan 30. Tuvo la oportunidad de poder afianzarse con marca en los mercados internacionales y asegurar el futuro del suministro a nivel mundial. Porque éramos líderes en el mundo. Había empresas de Murcia con oficinas abiertas en Nueva York, Londres y otros países europeos. Eso desapareció porque no se supo aprovechar.

–¿No se consiguió esa marca de referencia para la conserva vegetal? Galicia sí la tiene con su industria de pescado.

–Pone un buen ejemplo, como también el de los vinos. Aquí no se consiguió. Hablo de marca geográfica y de marca de empresa. Tradicionalmente, se aceptó trabajar con marcas de los compradores y eso fue una limitación muy importante de cara al futuro. Una lata de melocotón se vendía en Estados Unidos con la marca de un señor que lo distribuía allí. Eso le quitó valor y lo convirtió en un ‘commodity’, porque al final vendes una fruta o una hortaliza, pero no tu propia marca. Ni siquiera vendes origen. Fue uno de los grandes fallos.

–¿Por qué no se supo ver?

–Teníamos más hombres con personalidad e iniciativa de aventura que empresarios formados. Hablo de aquella época. Luego, en algunas empresas no se dieron los pasos adecuados con las siguientes generaciones. Fue un poco decepcionante en ciertos casos.

FUENTE: Diario La Verdad de Murcia

Manuel Buitrago

Domingo, 14 de noviembre