El Gobierno prevé aprobar la ley del desperdicio alimentario antes del verano

 

 

En una intervención sobre esta materia en la Cumbre Agroalimentaria. Sistemas Alimentarios Global.es, ha recordado que esta ley, que está en trámite parlamentario, convertirá a España en el tercer país europeo en contar con una normativa de este tipo.

Después de que la FAO determinara que un tercio de la producción alimentaria se pierde (en la producción o la industria) o se desperdicia (en el comercio o los hogares) el Gobierno de España comenzó a trabajar en esta materia.

Primero, se encargó de la cuantificación del problema– a través de un panel-, siguió con campañas de concienciación y está terminando con el aspecto regulatorio, ha señalado Herrero.

En España se pierden 1.300 millones de litros y kilos de alimentos al año y, en el planeta, la producción alimentaria que se tira genera un 10 % de las emisiones de gases de efecto invernadero.

La nueva ley, ha señalado Herrero, va a afectar a todos los elementos de la cadena con una serie de obligaciones, pero también “muchas recomendaciones” para trabajar en la prevención.

Respecto a la evolución de este problema, en los últimos años han influido positivamente en la reducción del desperdicio tanto el confinamiento -al estar más tiempo en casa se aprovechaba más- como la inflación.

En esta última línea, ha explicado que “se tira lo que no se valora” y, por eso, con la inflación desbocada de los últimos años los ciudadanos se han vuelto “más conscientes” del valor de los alimentos.

En Cataluña sí hay una ley ya aprobada, que se encuentra en su desarrollo reglamentario, que establece planes de aprovechamiento y balance de pérdidas y desperdicios, según ha detallado el secretario de Alimentación del Departamento de Acción Climática, Carmel Mòdol.

En una mesa, también de la jornada de tarde de la Cumbre, sobre transición energética, el ex ministro y presidente ejecutivo de Agro Capital, Luis Atienza, ha señalado que la energía fotovoltaica como la eólica son las “ganadoras” para afrontar el desafío de ir reduciendo la dependencia de las fósiles.

Ha advertido, no obstante, del conflicto en el que puede entrar la energía eólica con la propia producción agroalimentaria, pues las plantas necesitan terreno y suelo.

Por su parte, el investigador del CSIC Antonio Muriel ha señalado que la solución que se están proponiendo para la transición energética “tiene limitaciones” como la escasez de materiales, por lo que las grandes compañías del sector están perdiendo mucho dinero.

Hay que plantearse, ha apuntado, el descenso del consumo de energía “un debate que se está posponiendo y que va a ser necesario”.

“La tecnología puede aportar algo, pero no es el foco, la gran solución tiene que venir de un cambio social y cultural“, ha señalado

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